Los gatos pasan tres cuartas partes de su vida durmiendo, en
total de 16 a 18 horas diarias. Escogen los lugares de la casa que más cómodos
o tranquilos les resultan; en invierno, los más calientes (cojines sobre las
camas, sillones de habitaciones más tranquilas, aparatos que emanan calor,
etc..), y en verano, donde la brisa no sea muy fuerte pero estén fresquitos.
Casi siempre realizan periodos cortos de sueño que transcurre durante el día,
ya que su mayor actividad comienza al atardecer y durante la noche.
Los dueños noveles de gatos advierten este comportamiento y
se asustan de su ritmo nocturno, pero existen soluciones para lograr que no
perturbe las horas de dormir. Hay que hacerles jugar durante las últimas horas
del día y conseguir que se cansen. También se les puede colocar la comida
minutos antes de irse a acostar para que luego descansen y, por supuesto, hay
que educarles para que no maúllen o no incordien por la noche. Está claro que,
como todo proceso de aprendizaje, no va a ser rápido, pero sí efectivo.
Puede suceder que los gatos viejos sufran alteraciones en su
sueño y nos busquen o maúllen por la noche cuando antes no lo hacían. Esta
alteración de comportamiento puede ser síntoma de algo más que mimos o ganas de
jugar. Si requiere nuestra atención de forma insistente, habrá que llevarlo al
veterinario para que le realice una exploración.
El gato es cazador
En la naturaleza, los felinos cazan para comer. Los gatos
caseros no tienen esta necesidad, pero siguen su instinto depredador con el
propósito de diversión e imitación de sus congéneres. Son capaces de caminar
por el borde de las ventanas y balcones y emprender una cacería de pájaros o
insectos. Esto puede traer graves consecuencias, ya que un despiste o un susto
les hará caer al suelo más fácilmente de lo que pensamos. De hecho, un alto
porcentaje de visitas al veterinario se debe a las caídas y no todos salen
ilesos. Las fracturas de miembros, maxilares o daños en tórax son las
consecuencias más frecuentes. Sin embargo, es cierto que si caen de una altura
con tiempo suficiente para realizar los cambios de posición necesarios, pueden
evitar daños. El aparato vestibular (órgano del oído interno) y sus ojos
transmiten a su cerebro las órdenes necesarias para poner en marcha un
sofisticado sistema de amortiguación de extremidades que les equilibra y logra
que la caída no tenga mayores repercusiones.
En ocasiones, desvían su aptitud para la caza hacia
nosotros, por lo que nos veremos víctimas de sus juegos. Se esconden tras
esquinas de la casa, agazapados y acechándonos hasta que pasamos y nos saltan a
las piernas o tobillos. Esto puede resultar gracioso mientras no nos hagan
daño, pero es preferible que jueguen con ratoncitos de peluche, pelotitas,
bolas de papel u otros juegos.
Su educación
Los gatos se pueden educar, al igual que cualquier otro
animal doméstico, a pesar de que su carácter independiente dificulte el
procedimiento. Existen modos de evitar el rascado de muebles o las peleas con
otro gato en casa, donde nunca debemos meter nuestras manos o acabaremos
lesionados. Por ejemplo: se coge una botella con spray y se llena de agua, se
deja al alcance de nuestra mano y, a ser posible, sin que nos vean se les rocía
con agua cuando los descubramos arañando los muebles o las cortinas.
Los vocablos cortos y sonoros, al igual que en los perros,
sirven de orden: “ven”, “baja”, “no”. Hay que repetirlos en cada ocasión que
sea necesario, muchas veces hasta que obedezcan.
Hay razas de gatos que se pueden sacar a la calle con un
arnés (collar de cuerpo), aunque debe hacerse poco a poco e intentando evitar
zonas masificadas de perros y gatos, ya que si el gato se asusta, nos costará
mucho volverlo a pasear de nuevo.
Su
lenguaje
Los gatos se comunican entre ellos y nos dan señales claras
de su estado de ánimo mediante señales acústicas y expresiones corporales:
- Cuando un gato está tranquilo y a gusto, ronronea y mueve
su cola despacio, su manto está liso y puede incluso que cierre sus ojos si lo
estamos acariciando.
- Cuando un gato está a la defensiva por la presencia de
otro animal o algo que le asusta, está de pie con el tronco arqueado, cola
erizada y hacia arriba, pupilas dilatadas, orejas aplanadas hacia atrás y la
boca abierta emitiendo sonidos como si escupiera o gruñidos. El manto estará
erizado y hacia atrás.
- Cuando un gato está sumiso ante otro animal o persona
estará encogido todo el cuerpo, la cola recogida hacia el cuerpo, las orejas
caídas, las pupilas ensanchadas y la boca semiabierta emitiendo quejidos o
maullidos bajitos. Puede estar asustado y su cola no dejará de golpear el suelo
rápidamente.
- Cuando está en actitud agresiva o se prepara para atacar
adopta una posición de equilibrio, orejas tiesas hacia atrás, boca abierta y
emitiendo siseos, gruñidos, pupilas contraídas y la cola baja y balanceándola.
Los gatos establecen jerarquías rápidamente con el resto de
animales de la casa o con otros gatos si están en el exterior y adoptan
posiciones según su fuerza y su estado hormonal. Los machos no castrados son
los “jefes” normalmente y los castrados son relegados a subordinados de éstos.
Las hembras no esterilizadas ocupan posiciones preferentes respecto a las que
sí lo están.
Es difícil saber bien la extensión del territorio de un gato
en libertad, pero todo dependerá de su relación con los gatos de las
proximidades y de su estado hormonal. Los gatos caseros establecen su
territorio, pudiendo ser desde una habitación hasta un sillón de la casa. Si
hay más gatos, pueden compartir su territorio y hacerlo común a ambos.
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