sábado, 22 de agosto de 2015

Vacaciones y nuestro perro


Se acercan las vacaciones y debemos plantear qué hacer con el perro. De hecho, éste es uno de los motivos por los que insistimos en meditar la decisión de adquirir un cachorro. Puede que realmente lo hayamos adoptado como un miembro más de la familia y nuestra intención sincera sea llevarlo siempre con nosotros, pero en ocasiones no puede ser. Según el lugar al que nos dirijamos, los días que pensemos estar y las posibilidades de trasladarlo con nosotros, debemos estudiar a fondo la situación.

Una o dos semanas de viajes al año no son motivo para dejar de comprar un perro. Siempre encontraremos la forma de disfrutar de las vacaciones, hay múltiples soluciones. Nos gusta la idea de procurar llevarlo a casi todos los sitios con nosotros, pero si en algún caso no puede ser, tampoco hay que sentirse culpable, seguramente encontraremos la solución más idónea.

1.- Aunque el viaje sea corto, de fin de semana, no podemos dejar solo al perro en casa como haríamos con un gato.

El can es mucho más dependiente de nosotros, nos necesita para sacarlo a pasear y hacer sus necesidades y, aunque también supiera hacerlas en una bandeja como los gatos o en un rincón con periódicos, la dependencia emocional es grande y probablemente lloraría o incluso estropearía objetos en el hogar.

Lo cierto es que hay perros (guardianes, etc.) que están de sobra acostumbrados a pasar gran parte del día (o de la semana) solos en un terreno, a veces incluso atados a una cadena. Se alimentan y beben de grandes cubos o tolvas que su dueño rellena conforme se terminan. Esos animales no nos preocupan en las vacaciones, pero ellos no son mascotas, puesto que su labor no es la de compañía sino la de guardia.

2.- Si lo llevamos con nosotros.

Hay muchos hoteles, apartamentos de alquiler, campings que admiten animales, pero sobre todo debemos asegurarnos y avisar claramente de la intención de llevar mascota para que no nos pongan pegas después de un largo viaje. Por supuesto, si la casa o terreno es nuestra o de familiares, lo siguiente a decidir es:

- si hay condiciones adecuadas para él,

- qué tipo de estancia vamos a realizar: por ejemplo, si pensamos en muchas excursiones, salidas nocturnas y casi no vamos a pisar la casa, puede que no merezca la pena llevarlo.
Como viajar:

En coche particular: La legislación obliga a tener una barrera física que separe el perro del conductor, está prohibido llevarlo suelto en el coche.

- Podemos meterlo en el maletero si el viaje es corto, hay ventilación y nos aseguramos de que disponga de espacio. Así evitamos la acumulación de calor o gases (algunos perros se duermen y viajan tranquilos si se les acostumbra desde pequeños y confían en sus dueños).

- Podemos colocar redes o barras metálicas que separan el coche en 2 compartimentos: el delantero del conductor y otro a sus espaldas. Se pueden colocar delante de los asientos traseros o delante del maletero si éste se abre hacia el interior del vehículo (coches de 5 puertas).

- Otra forma es colocar al perro un arnés especial que se sujeta al cinturón de seguridad del asiento trasero. En ese caso, el perro viaja sentado o tumbado sobre el sillón, ocupando el lugar de una persona.

- Si el perro no es muy grande, también podemos introducirlo dentro de su cesta de viaje o transportín y colocarla, según prefiramos, bien en el maletero o en los asientos con nosotros.

Algunos perros adoran los coches y los viajes, pero a otros les resulta un tormento porque pasan miedo, les asusta o incluso se marean. Es interesante intentar acostumbrar al cachorro desde el principio a desplazamientos muy cortos y, poco a poco, ir alargándolos. Es un método que en muchos casos funciona para que de adultos no se mareen mucho y no vomiten en el coche. Para los que no resulta suficiente, está indicado el empleo de unos comprimidos que por un lado son algo sedantes (para que el perro viaje tranquilo, sin excitación) y antieméticos (evitan el mareo, nauseas y vómitos).

Una patología desgraciadamente famosa en el perro es lo que llamamos comúnmente “Golpe de Calor”. Puede ocurrir por diversas causas, pero una de las más frecuentes se debe a que durante los viajes largos, generalmente en verano, se concentra mucho calor en el interior del vehículo (maletero o habitáculo de pasajeros). Tras muchos kilómetros de carretera, la familia decide hacer un alto y tomar algo en un área de servicio. Sin embargo, no pueden meter el perro a la cafetería. Le sacan a respirar un poco de aire fresco, a orinar, le dan un paseo y lo vuelven a meter al coche durante un buen rato con una ventanilla ligeramente bajada. El aire del interior del vehículo se ha renovado en parte, pero el calor puede volver a acumularse rápidamente, especialmente si no está a la sombra. Entonces se convierte en un horno.

Perro y gato apenas sudan por la piel del cuerpo y deben realizar todo el intercambio de calor con el ambiente mediante la respiración y el jadeo. Pero si la temperatura ambiental es excesiva y se mantiene la situación, se desencadena en el organismo un fallo que no es capaz de regular la propia temperatura, con alteración de la presión sanguínea, colapso respiratorio y, en ocasiones, coma y muerte.

Viaje en autobús, avión o tren:  Cada empresa de autobuses y cada compañía aérea tienen unas normas específicas para el transporte de animales. Es frecuente que permitan a los perros muy pequeños viajar dentro de bolsos especiales colgados del hombro de su propietario y, por tanto, en el compartimiento de pasajeros. En muchos otros casos deberán viajar dentro de rígidas cestas de transporte y en compartimentos destinados al equipaje.

Estas condiciones poco favorables suelen poner nerviosos a casi todos los perros, se recomienda sedarlos ligeramente y hacer el viaje tras unas horas de ayuno de alimento sólido.

Deberemos adjuntar la documentación de nuestro animal: certificado de su identificación con microchip y cartilla de vacunación al día. Para salir al extranjero es muy importante informarse con tiempo suficiente, puesto que las normas de cada país son diferentes a la hora de permitir la entrada de nuevos animales. Algunos requieren la tarjeta sanitaria en orden, otros, exigen además un certificado veterinario y los más exigentes obligan a pasar una cuarentena en la frontera.

Lo más recomendable es contactar con la embajada del país al que pretendamos desplazarnos e informarnos de los requisitos exigidos en cada momento.

3.- Cuando el perro no viaja con nosotros.

Opciones:
A) Confiar su cuidado a amigos o familiares a los que el perro conozca, quiera y respete (y a los que no les suponga demasiada carga). Es una solución estupenda y lo más probable es que la experiencia sea agradable para todos y se pueda repetir en las siguientes vacaciones.

B) Dejarlo en una guardería especializada: Hoy en día están bien preparadas y en general hacen bien su trabajo. Por supuesto, lo ideal es examinarla a fondo antes de dejar allí a nuestra mascota para ver si estamos de acuerdo con las condiciones en que van a cuidarla. Es una opción más cara y algunos animales sufren la ausencia de sus dueños. Nos exigirán la cartilla de vacunación en regla, se comprometerán a administrar alimento especial (si un animal en particular lo necesita) y a avisar a nuestro veterinario habitual si le observan cualquier problema.

Es importante reservar plaza con antelación porque en temporada alta suelen estar saturadas. 


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